Siempre me costó creer que Juana de Arco fuera real (y lo es) porque es difícil imaginarse una adolescente de 17 años, con todo un mundo en contra, liderando un ejército y conmocionando una nación. Murió dos años después en una especie de complot político entre enemigos y aliados. La humanidad se quedó con las ganas de saber en qué mujer se hubiera convertido, qué más grandes cosas hubiera hecho, qué hubiera supuesto para la historia su existencia prolongada. Nos robaron una gran mujer y casi han vuelto a lograrlo con la niña pakistaní Malala.
Malala tiene 14 años y desde los 11 está luchando por el derecho de la educación de las niñas en su región, dominada por los talibanes. Empezó escribiendo un blog para la BBC denunciando su situación, debido a sus escritos ganó el Primer Premio Nacional de la Paz en Pakistan y este éxito social le ha permitido influenciar a otras niñas y crear un proyecto para fomentar la educación en las hijas de familias pobres. Son grandes logros para una personita tan joven, inmensos cuando nos enteramos de que la habían amenazado de muerte en varias ocasiones. ¿Se encerró Malala en su habitación y se escondió bajo la cama? NO, siguió con su ofensiva pacífica.
El martes 9 de octubre de 2012, un hombre armado con la cara cubierta entró a la fuerza en el autobús escolar en el que viajaban Malala y sus compañeras y le pegó un tiro en la cabeza.
¡Maldito cobarde! ¡Escoria putrefacta, deshecho inhumano...! No tengo insultos suficientes y los que tengo son demasiado fuertes para querer escribirlos.
Pero Malala sigue luchando. Le extrajeron la bala y la han trasladado a un hospital de Gran Bretaña para su recuperación, que será lenta. No te vayas, Malala, el mundo te necesita. De momento, el atentado contra una niña ha levantado a todo el pueblo pakistaní y ha impactado a la opinión internacional. Yo también lloro, emocionada por el valor de alguien tan pequeño pero tan grande, de la fuerza de las palabras, indignada por los que están ciegos y se manchan las manos de sangre divina. Quien crea en Dios/Alá/Yahvé, sólo puede ver en esa niña a un ángel, es indiscutible.
He aquí sus palabras, que me hacen llorar más todavía:
"Tengo el derecho a la educación.
Tengo el derecho a jugar. Tengo el derecho a cantar. Tengo el
derecho a hablar.
Tengo derecho a ir al Mercado. Tengo el derecho a
expresarme”.
...
Algo había en las noticias pero no le prestado atención.
ResponderEliminarEs verdad personas así faltan en este mundo, ojalá se recupere y vuelva a seguir luchando.
Se está recuperando ^^ Si a esta pequeña le dejan hacerse adulta, moverá montañas.
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