Preguntando a doncellas risueñas y tenderos fondones, llegó mademoiselle al
Puente Nuevo para cruzar el Sena pero con tan mala fortuna que la
guardia del Cardenal Richelieu conquistada tenía ambas orillas del
puente y a nadie dejaba pasar.
-
Hola, caballeros -probó suerte la valiente poniendo su cara más
angelical-. Tengo necesidad de cruzar el puente para visitar a mi
abuelita que se haya enferma en cama.
-
Mucho lo siento, señorita, pero no puede pasar nadie hasta que demos
con un mosquetero desleal que ha herido a un hombre de nuestra
guarnición.
- Entiendo pero podréis ver que yo no parezco vuestro enemigo.
- Eso no lo sabemos, el tal mosquetero es conocido por su habilidad de travestirse.
-
Oh, desde luego París está llena de sorpresas -descendió D’Artagnan de
su caballo tratando de ganarse la confianza del soldado-, pero miradme
bien, así, más de cerca... ¿Diríais que estos senos que asoman son de
pega?
El
pobre hombre enmudeció, no debía llegar la paga para visitar casas de
citas y no estaba acostumbrado a mozas tan descaradas. Apareció a su
rescate el capitán, hombre de mundo y, posiblemente, de poco honor.
- Dejadme ver a mí que más experiencia tengo en estos menesteres.
Ni
corto ni perezoso, el capitán fantoche metió la mano hasta el fondo del
escote y agarró y palpó lo que quiso. D’Artagnan le empujó para
sacárselo de encima pero éste, ducho en afrentar mujeres, la inmovilizó
contra un muro y ya la falda levantaba para dejar los muslos al
descubierto.
- ¡Soltadme, cobarde! ¡A mí! ¡Socorredme! ¡Ayuda que me desgracian!
-
Mis hombres sólo obedecen mis órdenes, señora, y ningún otro acudirá al
rescate, no antes de haber acabado nuestro asunto. Por otro lado, dudo
que la virginidad sea una de vuestras cualidades, apestáis a hombre.
El
mal caballero agarrada la tenía por el cuello, encajado se hallaba
entre sus muslos, bajó un momento la guardia tratando de forzar el
fortín y... ¡Pum! Patadón al canto. D’Artagnan estaba tan furiosa que
aún le arreó otro teniéndolo en el suelo protegiéndose las vergüenzas.
Pero la guardia reaccionó pronto viendo a su capitán postrado y
llorando a lágrima viva, a por ella iban de un lado y otro del puente.
- ¡Ay, buen Dios! Qué gente esta que envían una guarnición entera contra una mujer indefensa.
Sin más salida, saltó al agua para salvar la vida. Hundiose la bella con todo el ropaje que llevaba encima.- ¿Habéis atrapado a la pelandusca? Ya verá esa, no quería uno y le daré cien - exclamó el capitán con voz aguda.
- No, capitán. La loca ha saltado y no asoma la cabeza. Si no es sirena, ya estará ahogada.
Sirena no, pero sí buena nadadora de tantos veranos infantiles chapoteando en lagos y ríos. Le faltaba el aire ya y ocurriósele buscar la sombra bajo el puente y tratar de burlar a sus perseguidores. Ah, sacó la cabeza para respirar y una mano le agarró de la solapa del vestido.
- Shhh, no gritéis o ambos estamos muertos - el hombre en la barca la ayudaba a subir a bordo.
- Por vuestro uniforme, deduzco que sois el mosquetero que buscan esos perros del Cardenal.
- Buen lenguaje, parecéis nacida en París pero vuestro acento os delata.
- Gascona.
- Aramis.
- No, que soy de la Gascuña, mi nombre es D’Artagnan.
- ¿Algún nombre más femenino?
- Charlotte me llaman en casa.
- Precioso. Precioso nombre, precioso rostro y preciosa voz. Iba a delatarme para ayudaros al oír vuestros gritos de auxilio.
- ¿Vos solo contra veinte?
- Y contra cien si hiciera falta, mi dama. Pero no ha sido necesario, vuestra bravura nos ha salvado a las dos. Llamadme imprudente pero me he enamorado.
...
D'Artagnan a escapado por los pelos del capitán, ¿lo volveremos a ver?
ResponderEliminarNo conocía esa faceta de travestí de Aramis.
Ah, Aramis ¿chico o chica? ;) Le voy a dar genitales femeninos porque mi debilidad son las butch pero de personalidad absolutamente andrógina.
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