Pies
enlazados bajo las sábanas dibujando caricias. Soy capaz de adivinar
quien es la dueña del piececito sólo por la forma de moverse e
inclinarse. Su pies son tímidos, los tuyos, inquietos. Me paseaban sus
deditos pantorrilla arriba, pantorrilla abajo, tratando de disculparse
sin palabras. ¿Vas a castigarme por ser de sangre caliente? Es mi
mayor atractivo. No pude evitarlo, acerqué la mano a su vientre con
cuidado de que no te dieras cuenta... ¡Fui una estúpida, lo sé! Pero
tu lado de la cama despedía tufillo a azufre y reproches, pensé que
primero conquistaría a una, luego a la otra y volveríamos a hacer el
689. Quien diria que le encontraríamos un uso tan divertido a las
matemáticas. No tuve en cuenta que sus gemidos mimosos delatarían la
ecuación.
Pero
te mantuviste en calma mientras confabulabas junto a Zeus la mejor
venganza. Serena y lúcida como un águila que espera el momento de
atacar y llevarse la mejor tajada.
La
llama de su cuerpo me atrajo fatídicamente. No recuerdo cuando dejé de
estar tumbada para situarme encima suyo, entonces te abalanzaste sobre
nosotras. Cuando sacas el lado salvaje me das miedo, mucho miedo. Con
tus dientes en mi yugular, me quedé quieta, las manos apoyadas a los
lados en señal de rendición. No me mate señora pantera, por favor,
tengo a dos lindas amantes a las que cuidar y alimentar con cariño.
Demasiado tarde para la piedad, tu garra en mi espalda iba marcando
surcos tan lentamente que Freddy Krueger haría el ridículo a tu lado.
Ah, cómo iba a explicar eso en el gimnasio.
Ella,
incapaz de defenderme de tu oscuridad, me daba besitos para consolarme.
Aquello me sonaba a complot, a trampa mortal pero puede que fuera la
paranoia nocturna de un sábado confuso.
Me
agarraste los soles... ¿Cómo? Los globos del mundo, los montes del
lado oscuro de Venus, los mullidos...¡Coño, el culo! ¿Para qué vamos a
andarnos con finuras en la escena dramática? Tu uñas en mi carne ¡Cómo
escuece tu amor, cielo! Me separaste con poca delicadeza... y la otra
sigue que dale con sus besitos, y me la enchufaste sin compasión, la
garra, digo la mano... ¡La madre que te...!
...
La situación se le fue de las manos.
ResponderEliminarParece que son demasiado distintas entre si como para llevar una vida en paz.
Tal vez el amor no tenga nada que ver con la paz ^^
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