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lunes, 22 de abril de 2013

La pobreza engendra pobreza



Yo era una de las pocas que podía decir que estaba sobrellevando bien a la crisis.  En cierta manera, la crisis nos acaba afectando a todos por la pérdida de poder adquisitivo y otros problemas derivados del cierre de empresas y servicios.  ¿No hay carne de vacuno para la lasagna del jueves?  Pues tendrá que ser de carne de jamelgo moribundo.  Pero como iba diciendo, sobrevivía en la manera en que lo he hecho siempre: pagando facturas las justas, caprichos una vez al año y siendo una supermujer con mil capacidades.  Siempre he creído que si alguna vez llegaba el fin del mundo o me perdía en una isla desierta, tendría capacidades para ser una Robinson todo-lo-puedo y llegar a viejita.  ¿La nueva Eva?

Pero al fin la crisis me ha tocado de lleno... no ha hecho el pleno pero tiempo al tiempo.  La crisis ha llegado a mi empresa.  Lo que teniamos hasta ahora eran vacas poco gordas pero ahora han llegado las flacas cubiertas de moscas.  Sigo teniendo trabajo, de momento sí, por lo que como dice mi madre: ya te preocuparás del futuro cuando llegue, mientras vive el presente.  Pero es curioso como mis expectativas han cambiado de la noche a la mañana.  Si hace dos días veía muy probable un ascenso a la clase media y dejar de babear ante las boutiques de ropa, me imaginaba ya siendo una burguesa respetable y vistiendo con camisas vaporosas, ahora mi futuro más optimista sería seguir siendo mileurista y no acabar en el paro, sin finiquito y malviviendo para conseguir cubrir la hipoteca.  Bienvenida a mi mundo, dirán algunos, sí, vale, pero esos algunos tendrán pareja o padres o carecerán de cargas familiares y, aunque mantenidos y sin mantener, irán haciendo.  Sin embargo yo no puedo recurrir a nadie, todo depende de mi diestra y mi siniestra y qué afortunada me siento de este cerebro que vale su peso en oro.  Tiene sus fallos, como toda buena máquina, pero sé manejarlo, son muchos años trabajando juntos.  No es falta de modestia o que me crea inteligente, eso son gilipolleces, donde realmente un cerebro da la talla es en los momentos difíciles y el mío saca buenas ideas cuando lo sacudes un poco, también mucha fantasía... er... pero hasta de eso busco el beneficio.

Pero volvamos al enunciado: la pobreza engendra pobreza.  He descubierto algo importante que me sitúa por encima de los grandes economistas de nuestro siglo o debería situarme porque al parecer a ellos no se les ha ocurrido que nuestra sociedad de consumo necesita consumidores y que los pobres no consumen, ergo las industrias caen y generan más pobres que siguen sin consumir y matando nuestro sistema económico.  ¡¡Estamos muriendo!!  Sí, yo soy, y casi siempre he sido, de esas indeseables pobretonas que podrían hacer venir el sistema abajo, de no ser porque éramos minoría o no los suficientes para joderlo demasiado.  Consumo lo básico, o sea alimentación, poca ropa y calzado aguantando hasta que se le hace un agujero y la cinta americana ya no puede solucionarlo.  Genial invento el de la cinta americana, después de la hamburguesa es lo mejor que han ideado los gringos.  ¿Qué hay que pintar el piso, arreglar un grifo, cambiar una lámpara, un enchufe, confeccionar una cortina, montar un armario, cortar el pelo, coser los bajos del pantalón, enyesar una pared, cambiar la resistencia del horno, reparar el PC...?  Arf, arf, ahí estoy yo.  Y lo que no sé lo averiguo rápido.  Cerebro bonito, cerebro guapo...  Y ese es el secreto de mi independencia.

Bien, pues al recibir la mala noticia de que mi empresa había perdido valor sin comerlo ni beberlo... A ver un poco de responsabilidad tienen los responsables que por eso se llaman como se llaman y que quien tiene el culo bien sentado no hace el esfuerzo de levantarse y al final pasa lo que pasa.  Pues al abrir los ojos y mirar a mi alrededor he descubierto que cada vez hay más gente que está aprendiendo a hacer de todo y que ya no recurren a los pintores, técnicos, peluqueros, modistas, electricistas... Por no hablar de que lo de apretarse el cinturón nos lo hemos tomado muy en serio y así de desesperados están tiendas económicas como el IKEA que ya ni regalándonos los muebles los queremos si, total, ahora se lleva lo vintage, con desconchones y ese aire a destartaldo se está a la última moda.  Sé que no es lo correcto pero no podemos evitar no gastar cuando no tenemos qué gastar y cada vez somos más y más.  ¿De dónde vamos a sacar dinero si nadie tiene?  Me parece que ahora lo más codiciado son los pensionistas.  De aquí a nada, en los bares sustituirán la máquina de tabaco por una dispensadora de pastillas y calmantes, y en las mejores discotecas cambiarán el regetón por el pasodoble y el wisky  por la horchata de chufa.

¿Pesimista?  Oh, no, para nada.  Sigo pensando que los cambios son necesarios y que hay que verlos por el lado bueno.  Puede que para mí este cambio acabe resultando positivo, después de todo soy una elegida de los dioses, menos de Eros, que me la tiene jugada, pero el resto me mima bastante =)

 Pero la pobreza también agudiza el ingenio...

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