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lunes, 26 de marzo de 2012

The Fucking Dead (3)


Estuvimos dos semanas en la casa de la vieja. Ya de críos nos reíamos de ella porque iba anunciando el fin del mundo y guardaba comida para la hecatombe. Cuando comenzó la epidemia, no lo pensamos dos veces, corrimos hacia la casa y escalamos hasta la ventana abierta del primer piso. Pobre vieja loca, la había palmado de un ataque cardíaco, con lo que le hubiera gustado restregarnos las latas en las narices.

La puerta era sólida y la cama ancha, buen sitio para vivir una temporada. Preparamos las ventanas y las cubrimos con gruesas mantas, todo iba a salir perfecto pero no conté con la fogosidad de Lily. Cualquier otra chica se hubiera pasado los días llorando y deprimida por la situación pero ella tenía otra manera de liberar tensión. Cuando tenía la necesidad, simplemente me agarraba de la camiseta y me empujaba contra la cama, el sofá, la encimera de la cocina, sobre cualquier mueble, en el suelo mismo... No se ponía bragas para evitar tener que lavarlas, sólo tenía que levantarse la falda, sentarse encima mío y a trotar. Lily, no te enfades si ahora soy yo el que me tomo el desahogo recordando el frote de tu peludito. No olía precisamente a rosas pero cómo ardía el cabrón. No me daba tiempo ni a calzarme el condón pero a ella no le importaba. “Yo controlo” - me decía. No sé qué sistema estaría utilizando pero la muy guarra se lo tragaba todo. Por delante, por detrás, por la boca...

¡Lily! ¡¿Por qué tuviste que morir?! ¿Por qué me dejaste solo con el único consuelo de mi mano? ¡Lily!

Creo que la quería. Era la novia de Jack pero quien se muere pierde a la chica. Tampoco duramos mucho, dos semanas, pero fue intenso... en la cama, el sofá, la encimera de la cocina... Eso ya lo he contado, lo sé, trataba de evitar llegar a aquella noche. Lily se había lavado para la ocasión, con Coca-Cola pero es igual, era su cumpleaños y quería celebrarlo de la única manera que sabía. Se postró desnuda en la cama, abrió las piernas y me incitó a entrar. No necesitaba muchos preámbulos, era yo el que pedía alguna caricia, algún beso con lengua, pero en esa ocasión no hizo falta, al ver el jugoso agujero chorreando de deseo me lancé en picado.

Toma y toma y dale y toma pero no se cansaba, suerte que me había entrenado bien, estaba dispuesto a seguirle dando toda la noche aunque me la dejara en carne viva. No me di cuenta, tan felices vivíamos en nuestro escondite, que estaba gritando como loca. “Oh, Dick, me estoy viniendo, más fuerte, más...” - “Qué zorra eres, nena... ¿Quieres más?... Pues toma ésta y esta otra...”. Y entonces, a pesar de la fiebre y que sentía que la leche iba a salir disparada de un momento a otro, escuché los fuertes golpes en la puerta y las ventanas enrejadas.

- ¡No pares! ¡Ahora no pares! - me agarraba del pelo y trataba de sujetarme con las uñas.
- ¡Lily, los follizombis están aquí!

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2 comentarios:

  1. Al menos ya queda explicado por que esta pensando en sexo l25 horas del día.
    oh, Lily ¿por que tuviste que morrir?

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