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viernes, 1 de junio de 2012

El Hipnotizador de La Ribera (11)




Papá había marchado hacia La Maquinista Terrestre y Marítima por unos asuntos importantes y mamá se encargó de recibir al doctor Grau.

    - ¿Cómo se encuentra hoy, señorita María Magdalena?
    - No muy bien, doctor, me cuesta dormir y, cuando lo hago, tengo terribles pesadillas.

Me desabroché dos botones del camisón para que el doctor pudiera auscultar mi pecho.

    - Bien... muy bien...  Algo de fiebre pero no es preocupante.  Le recetaré un jarabe para el descanso. Verá, hija mía, debe aprender a disfrutar de esos sueños, seguro que no son tan malos.
    - Son... son aberrantes...
    - Tal vez tratan de comunicarle algo, alguna necesidad a la que no está prestando atención.
    - …
    - Esta noche, relájese y goce de sus fantasías.
    - Es que... Ayer soñé con usted.
    - ¡Oh!  Espero que fuera una escena agradable - y rió por lo bajini camuflándose en su bigote como solía hacer.
    - No sé, doctor.
    - Venga, venga, ahora descanse y recuerde: disfrute.

Se despidió de mí con una palmadita en la mano y fue a encontrarse con mi madre que le esperaba en el pasillo.  Dejó la puerta entreabierta y pude escuchar la conversación:

    - ¿Cómo está la niña, doctor?
    - Ya no es tan niña, Sra. Fortuny.  ¿Cómo va su arreglo de matrimonio?
    - No va, la niña no acepta al caballero.
    - Pues es una pena porque sus males vienen precisamente de la soltería.
    - No será...
    - Me temo que sí, la histeria femenina no es una enfermedad hereditaria pero hay cierta propensión si la madre la padece.
    - Oh, no...
    - Podría aplicarle el tratamiento habitual pero me parece más sensato recetarle un marido vigoroso y sano que calme sus ardores juveniles.  
    - ¿Y si mi hija no aceptara?
    - ¿La verdad?
    - Por favor, doctor.
    - Podría perder la cabeza.

Mi madre gimoteó en silencio.

    - ¿Y usted?  ¿Cómo va de lo suyo? - le preguntó el doctor.
    - Hace meses que no tengo ataques.
    - Hum...  Pero ya sabe que hemos descuidado el tratamiento.
    - Sí.
    - Entiendo que en estos momentos no pueda desplazarse a mi consulta, permítame que le dé yo mismo la cura en la intimidad de una habitación.
    - Sí, está bien.  Pase por aquí, doctor.

Dejé de oír sus voces pero pude imaginarme a mi madre quitándose los pantalones tras el biombo, acomodarse después en el sillón arremangándose la falda y las enaguas y abriendo pudorosa las piernas para que el doctor pudiera trabajar.  Ella nunca comentaba nada sobre su enfermedad pero Felisa cuchicheaba con las criadas en el mercado sobre las extrañas enfermedades de las señoras ricas que obligaba a los doctores y comadronas a frotarles ahí abajo.

Al rato, unos gemidos intensos y suspiros me dieron a entender que el doctor había finalizado su cura.  Y no le había comentado nada sobre los picores.  ¿Tendría razón el doctor y estaba en un principio de histeria?  Puede pero me picaba mucho y me daba la sensación que olía muy fuerte, como a pescado.

...

Nota:  Por increíble que parezca, la histeria femenina estuvo catalogada como enfermedad hasta bien entrado el siglo XX.  Se diagnosticaba con excesiva frecuencia y su tratamiento era el masaje pélvico practicado por un médico o comadrona hasta que la paciente alcanzara el orgasmo.

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6 comentarios:

  1. Vaya, qué información tan curiosa nos brindas hoy. Seguro que me sirve como tema de conversación con mis amigas.

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    1. Sí, claro, cuando veas alguna un poco nerviosa le sueltas que conoces un método antiquísimo para curar la histeria con excelentes ressultados >=)

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    2. Que le tiembla la pierna y no deja de enredarse el pelo con los dedos ¿no? ¡Lo he visto, lo he visto! ¡La próxima vez pruebo! ¡Todo sea por echar una mano a las pobres desdichadas! XD

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    3. Tu añade la palabra "vintage" que siempre gusta

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  2. Ni que enfermedades ni nada, pretextos de los doctores para poder toquetear a gusto a las esposas de otros.

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    1. Ey, Lady, cuánto tiempo ^^ Pues sí, se debían montar sus buenos atracones de toqueteos. Y sin guantes de latex, que entonces no existían.

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