I. GRANDES MENTIRAS DE LA HUMANIDAD
No
hay bulos más descarados que los que se refieren a la sexualidad. El
motivo es bastante evidente: se puede decir con seguridad que las
mujeres no han tenido voz pública en cuestiones sexuales hasta hace poco
menos de dos décadas en España, siendo optimista, y tal vez tres o
cuatro décadas en países más liberales sexualmente. ¿Qué son 40 años
frente a los cientos de hegemonía masculina?
Es tiempo de que las mujeres hablen con su propia voz sobre sexo, sin
ocultarse en seudónimos, velos o falsos sonrojos. Se acabaron las
putas, zorras, fulanas, busconas, pelanduscas, guarras y demás sinónimos
para definir a una mujer que disfruta de su sexualidad abiertamente.
Hemos pasado del rechazo social a diosas, a gurús del amor. Rompamos
viejos mitos, intentaré aportar mi sincero granito de arena.
Ellas prefieren el amor al sexo. Mentira,
un cuento chino de los que traen cola, aunque los orientales tienen más
cultura sexual que nosotros, pobres occidentales sumergidos en el
puritanismo durante siglos.
Existe
un motivo de peso por el que una chica retrase su primera vez o espere
meses antes de dar el paso con alguien: intenta proteger sus
sentimientos, estar segura de que su amante no va a dejarla tirada una
vez que ha conquistado la fortaleza. La creencia de que ellas “se dejan
hacer” pero que no tienen iniciativa o que son ignífugas y blindadas
contra la pasión, viene precisamente de esta sabia prudencia femenina.
Luego
estamos las que la prudencia debimos perderla por el camino y, a la
vista del pago que recibe nuestra calurosa respuesta, acabamos por
separar amor y sexo como otra forma de defensa. Aunque esto es ir un
poco en contra de nuestra natura. Biológicamente está demostrado que
tanto hombres como mujeres segregamos ante el contacto sexual la hormona
oxitocina, la hormona del amor. Pero en nosotras parece tener mayor
efecto al mezclarse con los estrógenos. Resultado: cuánto más y mejor se lo pase una mujer en la cama, más enamorada se sentirá.
Por el contrario, la falta de actividad sexual o de baja calidad
tenderá a enfriarla sentimentalmente. Incluso podría volverla
especialmente vulnerable a cualquier conquistador de poca monta y volar
cual palomita ansiosa de aventuras. Y adiós. Si creéis que con tener
charlas interesantes y regalar flores va a ser suficiente para alimentar
una relación, corréis un grave peligro. Así que quitaos inmediatamente
de la cabeza la idea de que ellas sólo piensan en el amor porque el
baremo que utilizan las mujeres para valorar los sentimientos hacia su
pareja es precisamente el deseo sexual, su deseo sexual.
¿Entonces cómo se explica el fenómeno de las novelas rosas? Una novela
rosa no es otra cosa que una novela con un gran contenido erótico
reprimido. Ninguna novela romántica empezaría así: “Él la alimentó mientras estaba enferma y le besaba la frente antes de arroparla”. Oh, qué bonito, precioso, pero lo que realmente volvería locas a la lectoras sería esto: “La acorraló contra la pared cortándole el aliento, su peso sobre ella, sabía que no tenía escapatoria”. Oxitocina, nenes, no lo olvidéis.
Cantidad = buen sexo. ¡Falso! ¡Y refalso!
Irónicamente, y a pesar de que a estas alturas ya sabemos que follar
como conejos no es sinónimo ni de lejos de una gratificante vida sexual,
los medios parecen decididos a seguir fomentando la creencia. Cada
cierto tiempo aparece en las noticias una encuesta, una “revolucionaria y
atrevida” encuesta, sobre la salud sexual de los españolitos en la que
no falla la dichosa pregunta: ¿Cuántas veces a la semana?
Puede que entre machos sanos se considere toda una proeza y victoria
personal hacerlo cada día o cada dos con su pareja. Pero no me cabe en
la cabeza que con semejante frecuencia exista lugar para la innovación,
más bien para la rutina más abrumadora. Agárrate lorito que luego viene
la segunda pregunta de rigor: ¿Cuántos minutos dura? Se entiende, por
las respuestas, que se refiere al tiempo cronometrado en que el pene
aguanta dentro de la vagina antes de la llegada del orgasmo (de él).
Más que una encuesta sobre sexualidad, parece una encuesta sobre
probabilidades de procreación porque, si no, no se explican estas
preguntas tan estúpidas. Si me preguntaran a mí, tendría que contestar
que, en mis buenos tiempos, un par de veces al mes y tres horas como
media... El entrevistador me situaría en la categoría de fenómeno
demasiado lejos del rango general de la muestra y se haría el sueco para
no complicarse la existencia.
Bien, sabed que a las mujeres nos encanta complicarnos la existencia.
El sexo rutinario de 10 minutos más 5 minutos de preparatoria no es
algo que pudiéramos llamar buen sexo, si acaso desahogo pero ninguna
mujer necesita físicamente desahogarse
todos los días. No tengo nada en contra del sexo rápido siempre que
forme parte de una dieta sexual más rica y variada. También hay que
tener en cuenta, cualquier libertino lo sabe, que en la espera se
acrecienta la pasión y se mejora la calidad del orgasmo. Un orgasmo
diario acabaría resultando aburrido.
La finalidad sexual de la mujer es alcanzar el orgasmo vaginal.
Esta es una de las mentiras que más daño ha hecho a la autoestima
femenina en la era moderna. Que si unas lo alcanzan que si otras no,
que si frigidez, que si el punto G, que si la forma de moverse, que si
la postura, que si es porque no se está enamorada, que si tal, que si
cual... Y se me parte el alma cuando ellas realmente se creen que son
inválidas sexualmente, que están defectuosas.
Punto por punto, la culpa es de Freud. A Freud se le denomina “el
padre del orgasmo vaginal”. Curioso, porque me consta que jamás tuvo
ninguno, cof cof. Este buen psicoanalista gozaba de muchas virtudes y
capacidades en su materia, no lo niego, pero carecía de empatía hacia el
género femenino. Para él, ser mujer era simplemente carecer de pene y
eso le parecía algo terrible, una maldición. Nosotras no estamos
incompletas, todo lo contrario, estamos superdotadas. El clítoris es el
equivalente físico en sensaciones al pene, ambos están formados por el
mismo tejido. Sip, todos los embriones tienen clítoris hasta la séptima
semana, a partir de entonces la testosterona hace su función en los
niños y convierte este órgano en pene, mientras que en las niñas el
clítoris se queda como está y se forma la hendidura que será la vagina.
No es que el clítoris sea un imitador del pene. ¡Es que son lo mismo!
Con algunas diferencias prácticas y reproductivas, por supuesto, y
mucho más cómodo y manejable el primero que el segundo, un pene de
bolsillo, juju.
Para los amantes perezosos, creer que su mujer debería llegar al
unísono al orgasmo y sólo y exclusivamente mediante la penetración,
puede parecer el colmo de la comodidad. Los grandes amantes de la
historia no se caracterizan por esperar sentados a que sus parejas
alcancen los orgasmos por obra y gracia de Dios, a fe que no. Habrá
parejas que lo consigan pero son relativamente pocas si las comparamos
con la población en general. Lo habitual es que una mujer necesite
estimulación a través del clítoris para llegar al clímax. Vaginalmente
también se puede llegar a sentir un gran placer pero de eso hablaré en
otro capítulo.
El tamaño no importa.
Mentira piadosa pero mentira al fin y al cabo. El tamaño importa y
mucho. Además también importa el grosor y la forma del glande. No es
algo que se diga abiertamente pero entre mujeres suele ser un tema
recurrente, no tenemos piedad.
Tengo que aclarar que un pene grande no tiene porque ser un pene mejor.
El tamaño importa pero siempre en base a las preferencias personales.
Igual que hay penes de diferentes tamaños, también hay vaginas. Y una
mujer con una vagina pequeña puede sentirse más satisfecha con un pene
pequeño y delgado que no con uno grande que no sepa por dónde metérselo.
Por lo mismo, una chica con una vagina grande va a sentir poco o nada
con un pene menor a sus expectativas. En favor de los penes menos
favorecidos alegaré que sus portadores suelen trabajárselo más y, a la
larga, acaban resultando más provechosos que no los portadores de penes
envidiables, que se vuelven víctimas de su perfección limitándose al
sexo de 10 minutos que comentaba antes y que ya sabemos que no tiene
futuro con las féminas.
¿Las bisexuales también sufren de penispreferencis?
Buena pregunta. La respuesta es rotundamente sí, de hecho pueden
llegar a ser más exigentes. Cuando una mujer hace el amor con otra
mujer, disfruta de varias maneras y nunca echa en falta un pene de
carne. Pero cuando esa misma mujer está con un hombre espera poder
disfrutar con el juguete nuevo. O vulva o pene pero algo porque sólo
con arrumacos no se va a sentir satisfecha.
¿Estoy
siendo un poco dura? Prometí ser sincera aunque la verdad aumente las
ventas de cremas milagrosas alargapenes. Sexo es más que penetración,
no caigais en la trampa. Con amor y cariño se puede superar cualquier
incompatibilidad y explorar los muchos recursos que nos ofrece la
sexualidad y el erotismo. Sin embargo, nunca está de más saber que no
estamos obligados a quedarnos con la primera opción y que tal vez a la
vuelta de la esquina se encuentre la persona que encajará a la
perfección física y mentalmente con nosotros. Tampoco tiene nada de
malo ir de flor en flor probando los diferentes sabores y enriquecernos
con la experiencia ;)
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Próximo capítulo: Preliminares.
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