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jueves, 6 de marzo de 2014

Manual del Buen Casanova (16)




Tribadismo o esos enredos.
    ¿Qué pasa cuando tenemos vulva y clítoris por dos?  Pues que podemos jugar al froti-froti.  ¿Es divertido?  Oh, sí, mucho.  ¿Es difícil?  Oh, madre mía, ni te lo imaginas.  Aunque se tenga la idea equivocada de que es la forma “normal” en que una mujer se lo hace con otra mujer, lo cierto es que lesbianas y bisexuales son más dadas al uso de manos, dedos y lengua, sobre las que se tiene un mayor control y se llega seguro al final feliz.  Frotar nuestros genitales con los de nuestra pareja es sólo una forma más de las cientos de experimentar placer pero, si no te sale bien, no hay que obsesionarse.  Yo misma no soy una gran experta, prefiero acciones más contundentes, pero por probar que no quede.  Antes de nada, un poco de calentamiento y estiramientos (y no estoy de guasa), no queremos que a ninguna os de una rampa.
    Para el tribadismo hay diferentes posturas y niveles de dificultad:
    Una encima de la otra y las piernas enredadas no se sabe cómo.  Soy incapaz de describir esta postura.  A la hora de practicarla pues te dejas llevar por el instinto y una pierna aquí y otra allá, unas cuantas risas, y algo sale.  Va a depender mucho de cada mujer, su flexibilidad y tamaño.  Si conseguís cierta comodidad y la que está arriba se mueve con soltura es muy gratificante.  Eso sí, hay que parar cuando la de abajo ya no siente las piernas.
    La postura de tijera.  Es sencilla y cómoda.  Encajamos las vulvas y a darle a la pelvis.  Los clítoris no suelen coincidir por lo que muy perfecto no es, además resulta poco romántico por estar una a cada lado.
    Si no buscamos el encaje de vulva con vulva, sino el roce de alguna parte de nuestro cuerpo con su vulva:
    Tú encima, ella con las piernas un poco abiertas y encajas tu pubis contra su vulva.  La gracia está en el movimiento, que puede ser de frotamiento o de empuje, imitando a un hombre.  Un nivel avanzado sería utilizar un arnés con dildo y practicar penetración.
    Rodilla o muslo contra vulva.  Aquí la que manda es la que se frota que se moverá según su gusto.  Es importante una buena lubricación para no salir escaldada.  La del muslo tampoco ha de estar estática, ha de seguir el ritmo de su compañera con movimientos un poco como de empuje.
    Vulva contra glúteos.  Vamos a cederle el protagonismo.  Nos tumbamos boca abajo y la dejamos jugar y restregarse con lo que le venga en gana.  Los glúteos, mulliditos y redonditos, son muy agradables.
    Por último, no hay nada tan romántico como mirarse a los ojos y masturbarse mutuamente.  A veces no hay forma de coordinar las manos, los brazos chocan o no llegan, pero vale la pena intentarlo. 

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