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miércoles, 30 de marzo de 2016

Requiem por los pequeños.



No puedo entender un dios que fomente y patrocine el asesinato de niños. No será el dios de los musulmanes pero sí el de los talibanes y el de los yihadistas. Si al principio era el mismo dios, un dios de luz y amor, ¿cómo ha podido tan fácilmente volverse un dios de sangre? No deberíamos adorar a dioses tan débiles, que son capaces de atrocidades que pocos de nosotros siquiera nos atrevemos a imaginar: hacer explotar un parque infantil lleno de niños pequeños jugando, entrar en un colegio disparando a matar niños y sólo niños, cuántos más mejor...

Una cosa es que los niños sufran daños colaterales en las guerras o que formen parte de la población civil a la que se está atacando, hecho de por sí bastante horrible; y otra es que se conviertan en el objetivo principal. En la historia de la humanidad ha habido innumerables barbaridades pero me viene a la memoria lo que los nazis hacían a los niños judios, ya no sólo los gaseaban por sistema, también experimentaban e incluso los torturaban en grupo matándolos con cal viva mientras les tiraban caramelos (no es ficción por muy horrible que suene).

Una vez, un tipo que pretendía ser escritor y que no estaban muy fino de la cabeza me dijo una verdad como un templo: el mayor daño que se le puede hacer a un colectivo es matar a sus niños. No hay nada peor.

Monstruos. Los talibanes, los yihadistas y su dios asesino de niños.

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