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domingo, 9 de junio de 2013

¡Funciona!



=O

¿Saben aquel que dice que era una mujer que adelgazó 4 kilos en 3 semanas?  ¡¡Soy yo!!! Todavía no me lo creo, estoy alucinada.  Por supuesto no he descartado que se trate de un fallo bascular...  Que mi báscula electrónica no funcione correctamente...

Sea como fuere y fuere como sea, el hecho es que hasta que otra báscula me diga lo contrario... pero, entre nosotras, no hay prisa por buscar una segunda opinión ¿verdad?  Pues si las cosas son como las pintan, he adelgazado la friolera de más de un kilo a la semana y sigo descendiendo.  Los motivos parecen encontrarse en un pequeño cambio en mi alimentación: el desayuno.

Sip, me propuse nutrirme adecuadamente, hacer un esfuerzo por comer de forma más variada:  más pescado, frutas y verduras de todos los colores, frutos secos naturales y toda clase de cereales integrales.  Ahí, son los cereales los responsables de que mi metabolismo se haya puesto en marcha cuando ya consideraba que me hallaba, después de tres años, en un peso de no retorno y que qué se le va a hacer, que ya no tengo 20 años.  Os comenté que había sustituido cereales comerciales tan clásicos como los Special K o su versión Hacendado, por muesli variado + copos avena + salvado trigo.  Además me animé a añadir avena y salvado también a mi yogur nocturno (kefir en mi caso).  Y he aquí el resultado de esta inyección positiva de fibra, además de los nutrientes que estos cereales me aportan y que puede que tuviera carencia sin darme cuenta.  Me han comentado que los copos de avena son especialmente buenos para regular metabolismos: si te sobra peso, te lo hace perder, y si te falta, lo ganas.  De ser así, el cambio se realiza desde el primer día.

Puede que sólo sea una cuestión de líquidos porque mi talla sigue siendo la misma, no lo sé.  Realmente no soy de mirarme ni escudriñarme en el espejo para poder detectar pequeños cambios.  La zona abdominal parece estar un poco más reducida, aunque no me he puesto en serio con la tabla de abdominales, me cuesta acordarme y encontrar un hueco en mi aturdida rutina diaria.  Sigo practicando mi ejercicio habitual porque para mí lo más importante no es esa obsesión compulsiva por perder peso (si lo pierdo pues más feliz que unas pascuas, eso sí), sino que es una cuestión de bienestar personal.  Ser activa físicamente y no llenarme el cuerpo de porquerías alimenticias, sólo muy de vez en cuando, me hace sentirme bien conmigo misma, tener energía para afrontar el día a día y combustible para alimentar mi mente inquieta.  Y es lo que yo recomiendo a todo el mundo.

Dejaos de dietas milagro, de química, de cirugía y de las pamplinas que nuestra sociedad consumista intenta vendernos.  Lo importante es estar sano y eso sólo se consigue con una dieta equilibrada y variada donde todos los alimentos tengan su oportunidad en su justa medida, además del ejercicio mínimo.  Cambiar de golpe nuestras costumbres es imposible pero un pequeño cambio, sólo uno cada vez, poco a poco, os hará un gran bien, así que os animo a intentarlo.

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